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NO ES TIEMPO TODAVíA - AMADO NERVO Amado Nervo |
NO ES TIEMPO TODAVíA - AMADO NERVO Autor: Amado Nervo Lo que no logres hoy, quizá mañana Lo lograrás: no es tiempo todavía. Nunca en el breve término de un día Madura el trigo ni la espiga grana. No son jamás en la labor humana Vano el afán ni inútil la porfía. El que con fe y valor lucha y confía, Los mayores obstáculos allana. Trabaja y persevera, que en el mundo nada existe rebelde ni infecundo Para el poder de Dios o de su idea; Hasta la estéril y deforme roca Es manantial cuando Moisés la toca Y estatua cuando FIDIAS la golpea.
JESúS - AMADO NERVO Amado Nervo |
JESúS - AMADO NERVO Autor: Amado Nervo Jesús no vino al mundo de "los cielos". Vino del propio fondo de las almas; de donde anida el yo: de las regiones internas del Espíritu. ¿Por qué buscarle encima de las nubes? Las nubes no son el trono de los dioses. ¿Por qué buscarle en los candentes astros? Llamas son como el sol que nos alumbra, orbes, de gases inflamados... Llamas no más. ¿Por qué buscarle en los planetas? Globos son como el nuestro, iluminados por una estrella en cuyo torno giran. Jesús vino de donde vienen los pensamientos más profundos y el más remoto instinto. No descendió: emergió del océano sin fin del subconsciente; volvió a Él, y ahí está, sereno y puro. Era y es un eón. El que se adentra osado en el abismo sin playas de sí mismo, con la luz del amor, ese le encuentra.
SI Tú ME DICES VEN - AMADO NERVO Amado Nervo |
SI Tú ME DICES VEN - AMADO NERVO Autor: Amado Nervo Si tú me dices ven, lo dejo todo... No volveré siquiera la mirada para mirar a la mujer amada... Pero dímelo fuerte, de tal modo que tu voz como toque de llamada, vibre hasta el más íntimo recodo del ser, levante el alma de su lodo y hiera el corazón como una espada. Si tú me dices ven, todo lo dejo... Llegaré a tu santuario casi viejo, y al fulgor de la luz crepuscular, más he de compensarte mi retardo, difundiéndome ¡Oh, Cristo! como un nardo de perfume sutil, ante tu altar.
UNO CON ÉL - AMADO NERVO Amado Nervo |
UNO CON ÉL - AMADO NERVO Autor: Amado Nervo Eres uno con Dios, porque le amas, tu pequeñez ¡qué importa y tu miseria!; eres uno con Dios, porque le amas. Le buscaste en los libros, le buscaste en los templos, le buscaste en los astros, y un día el corazón te dijo, trémulo: "Aquí está", y desde entonces ya sois uno, ya sois uno los dos, porque le amas. No podrán separaros ni el placer de la vida ni el dolor de la muerte. En el placer has de mirar su rostro, en el valor has de mirar su rostro, en vida y muerte has de mirar su rostro. "Dios!" dirás en los besos, dirás "Dios" en los cantos, dirás "Dios" en los ayes. Y comprendiendo al fin que es ilusorio todo pecado (como toda vida), y que nada de Él, puede separarte, uno con Dios te sentirás por siempre: uno solo con Dios porque le amas!
DEIDAD - AMADO NERVO Amado Nervo |
DEIDAD - AMADO NERVO Autor: Amado Nervo Como duerme la chispa en el guijarro y la estatua en el barro, en ti duerme la divinidad. Tan sólo en un dolor constante y fuerte al choque, brota de la piedra inerte el relámpago de la deidad. No te quejes, por tanto, del destino, pues lo que en tu interior hay de divino sólo surge merced a Él. Soporta, si es posible, sonriendo, la vida que el artista va esculpiendo, el duro choque del cincel. ¿Qué importan para ti las horas malas, si cada hora en tus nacientes alas pone una pluma bella más? Ya verás al cóndor en plena altura, ya verás concluida la escultura, ya verás, alma, ya verás...
¡OH, CRISTO! - AMADO NERVO Amado Nervo |
¡OH, CRISTO! - AMADO NERVO Autor: Amado Nervo ¡Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia sin que yo me angustie y llore; ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias, ¡oh, Cristo! En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, ¡oh, Cristo! ¡Que importan males o bienes! Para mí todos son bienes. El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas. ¿Rosas de pasión? ¡Que importa! Rosas de celeste esencia, purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros, ¡oh, Cristo!
POEMA 20 - PABLO NERUDA Pablo Neruda |
POEMA 20 - PABLO NERUDA Autor: Pablo Neruda Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
LA CANCIóN DESESPERADA - PABLO NERUDA Pablo Neruda |
LA CANCIóN DESESPERADA - PABLO NERUDA Autor: Pablo Neruda Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Te cediste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto. Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cúpula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. A�n floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado!
POEMA 5 - PABLO NERUDA Pablo Neruda |
POEMA 5 - PABLO NERUDA Autor: Pablo Neruda Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sue�os a�n a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.
POEMA 15 - PABLO NERUDA Pablo Neruda |
POEMA 15 - PABLO NERUDA Autor: Pablo Neruda Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
BALADA - GABRIELA MISTRAL Gabriela Mistral |
BALADA - GABRIELA MISTRAL Autor: Gabriela Mistral Él pasó con otra; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros le vieron pasar! Él va amando a otra por la tierra en flor. Ha abierto el espino; pasa una canción. ¡Y él va amando a otra por la tierra en flor! El besó a la otra a orillas del mar; resbaló en las olas la luna de azahar. ¡Y no untó mi sangre la extensión del mar! El irá con otra por la eternidad. Habrá cielos dulces. (Dios quiere callar.) ¡Y él irá con otra por la eternidad!
VOLVERLO A VER - GABRIELA MISTRAL Gabriela Mistral |
VOLVERLO A VER - GABRIELA MISTRAL Autor: Gabriela Mistral ¿Y nunca, nunca más, ni en noches llenas de temblor de astros, ni en las alboradas vírgenes, ni en las tardes inmoladas? ¿Al margen de ningún sendero pálido, que ciñe el campo, al margen de ninguna fontana trémula, blanca de luna? ¿Bajo las trenzaduras de la selva, donde llamándolo me ha anochecido, ni en la gruta que vuelve mi alarido? ¡Oh, no! ¡Volverlo a ver, no importa dónde, en remansos de cielo o en vórtice hervidor, bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror! ¡Y ser con él todas las primaveras y los inviernos, en un angustiado nudo, en torno a su cuello ensangrentado!
EL ÁNGEL GUARDIáN - GABRIELA MISTRAL Gabriela Mistral |
EL ÁNGEL GUARDIáN - GABRIELA MISTRAL Autor: Gabriela Mistral Es verdad, no es un cuento; hay un ángel Guardián que te toma y te lleva como el viento y con los niños va por donde van. Tiene cabellos suaves que van en la venteada, ojos dulces y graves que te sosiegan con una mirada y matan miedos dando claridad. (No es un cuento, es verdad.) El tiene cuerpo, manos y pies de alas y las seis alas vuelan o resbalan, las seis te llevan de su aire batido y lo mismo te llevan de dormido. Hace más dulce la pulpa madura que entre tus labios golosos estruja; rompe a la nuez su taimada envoltura y es quien te libra de gnomos y brujas. Es quien te ayuda a que cortes las rosas, que están sentadas en trampas de espinas, el que te pasa las aguas mañosas y el que te sube las cuestas más pinas.
CANCIóN DE OTOñO EN PRIMAVERA - RUBéN DARíO Rubén Darío |
CANCIóN DE OTOñO EN PRIMAVERA - RUBéN DARíO Autor: Rubén Darío Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Plural ha sido la celeste historia de mi corazón. Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción. Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor. Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomón... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Y más consoladora y más halagadora y expresiva, la otra fue más sensitiva cual no pensé encontrar jamás. Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía... En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé... Y te mató, triste y pequeño, falto de luz, falto de fe... Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión; y que me roería, loca, con sus dientes el corazón. Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de la eternidad; y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, sin pensar que la Primavera y la carne acaban también... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. ¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras siempre son, si no pretextos de mis rimas fantasmas de mi corazón. En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... ¡Mas es mía el Alba de oro!
SONATINA - RUBéN DARíO Rubén Darío |
SONATINA - RUBéN DARíO Autor: Rubén Darío La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está p�lida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave de oro; y en un vaso olvidado se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y, vestido de rojo, piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el due�o orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar, ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar. Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte; los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real, el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste. La princesa está pálida) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe (La princesa está pálida. La princesa está triste) más brillante que el alba, más hermoso que abril! ¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina, en caballo con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte , a encenderte los labios con su beso de amor!
ITE, MISSA EST - RUBéN DARíO Rubén Darío |
ITE, MISSA EST - RUBéN DARíO Autor: Rubén Darío Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa, virgen como la nieve y honda como la mar; su espíritu es la hostia de mi amorosa misa, y alzo al son de una dulce lira crepuscular. Ojos de evocadora, gesto de profetisa, en ella hay la sagrada frecuencia del altar: su risa en la sonrisa suave de Monna Lisa; sus labios son los únicos labios para besar. Y he de besarla un día con rojo beso ardiente; apoyada en mi brazo como convaleciente me mirará asombrada con íntimo pavor; la enamorada esfinge quedará estupefacta; apagará la llama de la vestal intacta ¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!
Tú ME QUIERES BLANCA - ALFONSINA STORNI Alfonsina Storni |
Tú ME QUIERES BLANCA - ALFONSINA STORNI Autor: Alfonsina Storni Tú me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada Ni un rayo de luna Filtrado me haya. Ni una margarita Se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, Tú me quieres blanca, Tú me quieres alba. Tú que hubiste todas Las copas a mano, De frutos y mieles Los labios morados. Tú que en el banquete Cubierto de pámpanos Dejaste las carnes Festejando a Baco. Tú que en los jardines Negros del Engaño Vestido de rojo Corriste al Estrago. Tú que el esqueleto Conservas intacto No sé todavía Por cuáles milagros, Me pretendes blanca (Dios te lo perdone), Me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡Me pretendes alba! Huye hacia los bosques, Vete a la montaña; Límpiate la boca; Vive en las cabañas; Toca con las manos La tierra mojada; Alimenta el cuerpo Con raíz amarga; Bebe de las rocas; Duerme sobre escarcha; Renueva tejidos Con salitre y agua; Habla con los pájaros Y lávate al alba. Y cuando las carnes Te sean tornadas, Y cuando hayas puesto En ellas el alma Que por las alcobas Se quede enredada, Entonces, buen hombre, Preténdeme blanca, Preténdeme nívea, Preténdeme casta.
UN SOL - ALFONSINA STORNI Alfonsina Storni |
UN SOL - ALFONSINA STORNI Autor: Alfonsina Storni Mi corazón es como un dios sin lengua, Mudo se está a la espera del milagro, He amado mucho, todo amor fue magro, Que todo amor lo conocí con mengua. He amado hasta llorar, hasta morirme. Am� hasta odiar, amé hasta la locura, Pero yo espero algún amor natura Capaz de renovarme y redimirme. Amor que fructifique mi desierto Y me haga brotar ramas sensitivas, Soy una selva de raíces vivas, Sólo el follaje suele estarse muerto. ¿En dónde está quien mi deseo alienta? ¿Me empobreció a sus ojos el ramaje? Vulgar estorbo, púlido follaje Distinto al tronco fiel que lo alimenta. ¿En dónde está el espíritu sombrío De cuya opacidad brote la llama? Ah, si mis mundos con su amor inflama Yo seré incontenible como un río. ¿En dónde está el que con su amor me envuelva? Ha de traer su gran verdad sabida... Hielo y más hielo recogí en la vida: Yo necesito un sol que me disuelva.
ESTA TARDE - ALFONSINA STORNI Alfonsina Storni |
ESTA TARDE - ALFONSINA STORNI Autor: Alfonsina Storni Ahora quiero amar algo lejano... Algún hombre divino Que sea como un ave por lo dulce, Que haya habido mujeres infinitas Y sepa de otras tierras, y florezca La palabra en sus labios, perfumada: Suerte de selva virgen bajo el viento... Y quiero amarlo ahora. Está la tarde Blanda y tranquila como espeso musgo, Tiembla mi boca y mis dedos finos, Se deshacen mis trenzas poco a poco. Siento un vago rumor... Toda la tierra Está cantando dulcemente... Lejos Los bosques se han cargado de corolas, Desbordan los arroyos de sus cauces Y las aguas se filtran en la tierra Así como mis ojos en los ojos Que estoy soñando embelesada... Pero Ya está bajando el sol de los montes, Las aves se acurrucan en sus nidos, La tarde ha de morir y él está lejos... Lejos como este sol que para nunca Se marcha y me abandona, con las manos Hundidas en las trenzas, con la boca Húmeda y temblorosa, con el alma Sutilizada, ardida en la esperanza De este amor infinito que me vuelve Dulce y hermosa...
DUERME TRANQUILO - ALFONSINA STORNI Alfonsina Storni |
DUERME TRANQUILO - ALFONSINA STORNI Autor: Alfonsina Storni Dijiste la palabra que enamora A mis oídos. Ya olvidaste. Bueno. Duerme tranquilo. Debe estar sereno Y hermoso el rostro tuyo a toda hora. Cuando encanta la boca seductora Debe ser fresca, su decir ameno; Para tu oficio de amador no es bueno El rostro ardido del que mucho llora. Te reclaman destinos más gloriosos Que el de llevar, entre los negros pozos De las ojeras, la mirada en duelo. ¡Cubre de bellas víctimas el suelo! Más daño al mundo hizo la espada fatua De algún bárbaro rey y tiene estatua.
LA INVITACIóN AMABLE - ALFONSINA STORNI Alfonsina Storni |
LA INVITACIóN AMABLE - ALFONSINA STORNI Autor: Alfonsina Storni Acercate, poeta; mi alma es sobria, de amor no entiende -del amor terreno- su amor es mas altivo y es mas bueno. No pediré los besos de tus labios. No beberé en tu vaso de cristal, el vaso es frágil y ama lo inmortal. Acercate, poeta sin recelos... ofréndame la gracia de tus manos, no habrá en mi antojo pensamientos vanos. ¿Quieres ir a los bosques con un libro, un libro suave de belleza lleno?... Leer podremos algun trozo ameno. Pondré en la voz la religión de tu alma, religión de piedad y de armonía que hermana en todo con la cuita mía. Te pediré me cuentes tus amores y alguna historia que por ser añeja nos dé el perfume de una rosa vieja. Yo no diré nada de mi misma porque no tengo flores perfumadas que pudieran asi ser historiadas. El cofre y una urna de mis sueños idos no se ha de abrir, cesando su letargo, para mostrarte el contenido amargo. Todo lo haré buscando tu alegría y seré para ti tan bondadosa como el perfume de la vieja rosa. La invitación esta....sincera y noble. ¿Quieres ser mi poeta buen amigo y solo tu dolor partir conmigo?
LA CANCIóN DEL AMOR OLVIDADO - DULCE MARíA LOYNAZ Dulce María Loynaz |
LA CANCIóN DEL AMOR OLVIDADO - DULCE MARíA LOYNAZ Autor: Dulce María Loynaz Para el amor más olvidado cantaré esta canción: No para el que humedece los ojos todavía... Ni para el que hace ya sonreír con un poco de emoción... Canto para el amor sin llanto y sin risa; el que no tiene una rosa seca ni unas cartas atadas con una cinta. Sería algún amor de niño acaso... Una plaza gris... Una nube... No sé... Para el amor más olvidado cantaré. Cantaré una canción sin llamar, sin llorar, sin saber... El nombre que no se recuerda pudo tener dulzura: Canción sin nombres quiero cantarte mientras la noche dura... Cantar para el amor que ya no evocan las flores con su olor ni algún vals familiar... Para el que no se esconde entre cada crepúsculo, ni atisba ni persigue ni vuelve nunca más... Para el amor más olvidado -el más dulce...-, el que no estoy segura de haber amado.
LA BALADA DEL AMOR TARDíO - DULCE MARíA LOYNAZ Dulce María Loynaz |
LA BALADA DEL AMOR TARDíO - DULCE MARíA LOYNAZ Autor: Dulce María Loynaz Amor que llegas tarde, tráeme al menos la paz: Amor de atardecer, ¿por qué extraviado camino llegas a mi soledad? Amor que me has buscado sin buscarte, no sé qué vale más: la palabra que vas a decirme o la que yo no digo ya... Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna: Tengo la muerte blanca y la verdad lejana... -No me des tus rosas frescas; soy grave para rosas. Dame el mar... Amor que llegas tarde, no me viste ayer cuando cantaba en el trigal... Amor de mi silencio y mi cansancio, hoy no me hagas llorar.
OJOS NIDO - DELMIRA AGUSTINI Delmira Agustini |
OJOS NIDO - DELMIRA AGUSTINI Autor: Delmira Agustini Para mi Madre Entre el espeso follaje De una selva de pestañas Hay dos nidos luminosos Como dos flores fantásticas. ¡Nidos de negros fulgores! ¡De oscuras vibrantes llamas! Y allí: dentro de esa selva De follaje negro, espléndido, En el fondo de esos nidos Como flores de destellos, ¡Agita sus ígneas alas El ave del Pensamiento!
EN UN ÁLBUM - DELMIRA AGUSTINI Delmira Agustini |
EN UN ÁLBUM - DELMIRA AGUSTINI Autor: Delmira Agustini Cuando abriendo tu boca perfumada, La voz dulce y perlada De tu bella garganta haces brotar, En voces de sirenas ideales, Y en arpas de sonidos celestiales, A mí me haces pensar. Cuando miro tu cuello alabastrino Y tu cuerpo divino Que al de Venus la diosa ha de igualar, Del mármol la blancura, Y del cisne la olímpica figura, Me haces recordar. ¡Cuántas veces ligera como un hada, Te he visto yo ocupada En las dulces tareas del hogar, Y entonces a mi madre, Y Carlota de Werther heroína, Me has hecho recordar!
DESPECHO - JUANA DE IBARBOUROU Juana de Ibarbourou |
DESPECHO - JUANA DE IBARBOUROU Autor: Juana de Ibarbourou ¡Ah, que estoy cansada! Me he reido tanto, tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto; tanto, que este rictus que contrae mi boca es un rastro extraño de mi risa loca. Tanto, que esta intensa palidez que tengo (como en los retratos de viejo abolengo) es por la fatiga de la loca risa que en todo mi cuerpo su sopor desliza. ¡Ah, que estoy cansada! Déjame que duerma; pues, como la angustia, la alegría enferma. ¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste! ¿Cuándo más alegre que ahora me viste? ¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos, Ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos, Si brilla en mis ojos la humedad del llanto, es por el esfuerzo de reirme tanto...
TE DOY MI ALMA DESNUDA - JUANA DE IBARBOUROU Juana de Ibarbourou |
TE DOY MI ALMA DESNUDA - JUANA DE IBARBOUROU Autor: Juana de Ibarbourou Te doy mi alma desnuda, como estatua a la cual ningún cendal escuda. Desnuda con el puro impudor de un fruto, de una estrella o una flor; de todas esas cosas que tienen la infinita serenidad de Eva antes de ser maldita. De todas esas cosas, frutos, astros y rosas, que no sienten vergüenza del sexo sin celajes y a quienes nadie osara fabricarles ropajes. Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena ¡que tuviera una intensa blancura de azucena! Desnuda, y toda abierta de par en par ¡por el ansia del amar!
LA HORA - JUANA DE IBARBOUROU Juana de Ibarbourou |
LA HORA - JUANA DE IBARBOUROU Autor: Juana de Ibarbourou Tómame ahora que aun es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aun es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora que calza mi planta ligra la sandalia viva de la primavera. Ahora que mis labios repica la risa como una campana sacudida a prisa. Después..., ¡ah, yo sé que ya nada de eso mas tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo, como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aun es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no mas tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿No ves que la enredadera crecerá ciprés?
LA PROMESA - JUANA DE IBARBOUROU Juana de Ibarbourou |
LA PROMESA - JUANA DE IBARBOUROU Autor: Juana de Ibarbourou ¡Todo el oro del mundo parecía diluído en la tarde luminosa! Apenas un crepúsculo de rosa, la copa de los árboles teñía. Un imprevisto amor, mi mano unía a tu mano, morena y temblorosa. ¡Eramos Booz y Ruth ante la hermosa era que circundaba la alquería! "¿Me amarás?", murmuraste. Lenta y grave vibró en mis labios la promesa suave de la dulce, la amante moabita. ¡Y fue como un Amón! en ese instante el toque de oración que alzó vibrante la rítmica campana de la ermita.
RIMA IV - BECQUER Becquer |
RIMA IV - BECQUER Autor: Becquer No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!
RIMA LII - BECQUER Becquer |
RIMA LII - BECQUER Autor: Becquer Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras! Ráfagas de huracán que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrado en el ciego torbellino, ¡llevadme con vosotras! Nube de tempestad que rompe el rayo y en fuego ornáis las sangrientas orlas, arrebatado entre la niebla oscura, ¡llevadme con vosotras!. Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!
LA VEJEZ - VICENTE RIVA PALACIO Vicente Riva Palacio |
LA VEJEZ - VICENTE RIVA PALACIO Autor: Vicente Riva Palacio Mienten los que nos dicen que la vida Es la copa dorada y engañosa Que si de dulce néctar se rebosa Ponzoña de dolor guarda escondida. Que es en la juventud senda florida Y en la vejez, pendiente que escabrosa Va recorriendo el alma congojosa, Sin fe, sin esperanza y desvalida. ¡Mienten! Si a la virtud sus homenajes el corazón rindió con sus querellas no contesta del tiempo a los ultrajes; que tiene la vejez horas tan bellas como tiene la tarde sus celajes, como tiene la noche sus estrellas.
A MI MADRE - VICENTE RIVA PALACIO Vicente Riva Palacio |
A MI MADRE - VICENTE RIVA PALACIO Autor: Vicente Riva Palacio ¡Oh, cuán lejos están aquellos días en que cantando alegre y placentera, jugando con mi negra cabellera, en tu blando regazo me dormías! ¡Con qué grato embeleso recogías la balbuciente frase pasajera que, por ser de mis labios la primera, con maternal orgullo repetías! Hoy que de la vejez con el quebranto mi barba se desata en blanco armiño, y contemplo la vida sin encanto, el recordar tu celestial cariño, de mis cansados ojos brota el llanto, porque pensando en ti me siento niño.
ÓRDENES DE AMOR - EFRAíN HUERTA Efraín Huerta |
ÓRDENES DE AMOR - EFRAíN HUERTA Autor: Efraín Huerta "¡Ten piedad de nuestro amor y cuídalo, oh vida!" (Carlos Pellicer) 1 Amor mío, embellécete. Perfecto, bajo el cielo, lámpara de mil sueños, ilumíname. amor. Orquídea de mil nubes, desnúdate, vuelve a tu origen, agua de mis vigilias, lluvia mía, amor mío. Hermoso seas por siempre en el eterno sueño de nuestro cielo, amor. 2 Amor mío, ampárame. Una piedad sin sombra de piedad es la vida. Sombra de mi deseo, rosa de fuego. Voy a tu lado, amor, como un desconocido. Y tú me das la dicha y tú me das el pan, la claridad del alba y el frutal alimento, dulce amor. 3 Amor mío, obedéceme: ven despacio, así, lento, sereno y persuasivo. Si dueño de mi alma, cuando en todo momento mi alma vive en tu piel. Vive despacio, amor, y déjame beber, muerto de ansia, dolorido y ardiente, el dulce vino, el vino de tu joven imperio, dueño mío. 4 Amor mío, justifícame; lléname de razón y de dolor. Río de nardos, lléname con tus aguas: ardor de ola, mátame... Amor mío. Ahora sí, bendíceme con tus dedos ligeros, con tus labios de ala, con tus ojos de aire, con tu cuerpo invisible, oh tú, dulce recinto de cristal y de espuma, verso mío tembloroso, amor definitivo. 5 Amor mío, encuéntrame. Aislado estoy, sediento de tu virgen presencia, de tus dientes de hielo. Hállame, dícil fiera, bajo la breve sombra de tu pecho, y mírame morir, contémplame desnudo acechando tu danza, el vuelo de tu pie, y vuélveme a decir las sílabas antiguas del alba: Amor, amor-ternura, amor-infierno, desesperado amor. 6 Amor, despiértame a la hora bendita, alucinada, en que un hombre solloza víctima de sí mismo y ábreme las puertas de la vida. Yo entraré silencioso hasta tu corazón, manzana de oro en busca de la paz para mi duelo. Entonces amor mío, joven mía, en ráfagas la dicha placentera será nuestro universo. Despiértame y espérame, amoroso amor mío.
ABSOLUTO AMOR - EFRAíN HUERTA Efraín Huerta |
ABSOLUTO AMOR - EFRAíN HUERTA Autor: Efraín Huerta Como una limpia mañana de besos morenos cuando las plumas de la aurora comenzaron a marcar iniciales en el cielo. Como recta caída y amanecer perfecto. Amada inmensa como una violeta de cobalto puro y la palabra clara del deseo. Gota de anís en el crepúsculo te amo con aquella esperanza del suicida poeta que se meció en el mar con la más grande de las perezas románticas. Te miro así como mirarían las violetas una mañana ahogada en un rocío de recuerdos. Es la primera vez que un absoluto amor de oro hace rumbo en mis venas. Así lo creo, te amo y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
EL AMOR - EFRAíN HUERTA Efraín Huerta |
EL AMOR - EFRAíN HUERTA Autor: Efraín Huerta El amor viene lento como la tierra negra, como luz de doncella, como el aire del trigo. Se parece a la lluvia lavando viejos árboles, resucitando pájaros. Es blanquísimo y limpio, larguísimo y sereno: veinte sonrisas claras, un chorro de granizo o fría seda educada. Es como el sol, el alba: una espiga muy grande. Yo camino en silencio por donde lloran piedras que quieren ser palomas, o estrellas, o canarios: voy entre campanas. Escucho los sollozos de los cuervos que mueren, de negros perros semejantes a tristes golondrinas. Yo camino buscando tu sonrisa de fiesta, tu azul melancolía, tu garganta morena y esa voz de cuchillo que domina mis nervios. Ignorante de todo, llevo el rumbo del viento, el olor de la niebla, el murmullo del tiempo. Enséñame tu forma de gran lirio salvaje: cómo viven tus brazos, cómo alienta tu pecho, cómo en tus finas piernas siguen latiendo rosas y en tus largos cabellos las dolientes violetas. Yo camino buscando tu sonrisa de nube, tu sonrisa de ala, tu sonrisa de fiebre. Yo voy por el amor, por el heroico vino que revienta los labios. Vengo de la tristeza, de la agria cortesía que enmohece los ojos. Pero el amor es lento, pero el amor es muerte resignada y sombría: el amor es misterio, es una luna parda, larga noche sin crímenes, río de suicidas fríos y pensativos, fea y perfecta maldad hija de una Poesía que todavía rezuma lágrimas y bostezos, oraciones y agua, bendiciones y penas. Te busco por la lluvia creadora de violencias, por la lluvia sonora de laureles y sombras, amada tanto tiempo, tanto tiempo deseada, finalmente destruida por un alba de odio.
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. SAN MARCOS Capítulo 55:1 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 5:2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 5:3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 5:4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. 5:5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. 5:6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. 5:7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 5:8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 5:9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 5:10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. 5:11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 5:12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 5:13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. 5:14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. 5:15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 5:16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. 5:17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. 5:18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. 5:19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 5:20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban. La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús 5:21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. 5:22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 5:23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 5:24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. 5:25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 5:26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 5:27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 5:28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 5:29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 5:30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 5:31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 5:32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. 5:33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 5:34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote. 5:35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? 5:36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. 5:37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 5:38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 5:39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 5:40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. 5:41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 5:42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. 5:43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer. | ||||||||||
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